Una de las novedades en este Real Decreto 244/2019 y que no ha pasado desapercibida para la mayoría de las empresas del sector es el desarrollo del concepto “autoconsumo compartido” y su aplicación en cualquier edificio de vecinos de cualquier ciudad. Pero, ¿es realmente tan beneficioso para las comunidades? ¿Representa una gran oportunidad de negocio o será sólo una moda pasajera?
Por si no estás al día, el autoconsumo compartido consiste en instalar placas solares fotovoltaicas en la azotea del edificio, casi tantas como quepan, y conectarlas a la Red Eléctrica para descargar ahí la energía que produzcan. Los responsables de la instalación preparan un contrato al que se adhieren todos los interesados que se encuentren a menos de 500 metros de las placas, se alimenten del mismo transformador y tengan la misma referencia catastral.
A partir de ese momento, la distribuidora eléctrica leerá el contador de energía producida y se la descontará proporcionalmente a cada uno de los abonados que hayan firmado el contrato, con lo que cada uno de ellos conseguirá un ahorro en la factura de la luz.
Teóricamente cada consumidor recibe parte de la energía verde que ha contribuido a instalar.
En modo práctico, la electricidad se vuelca en la Red y viaja hasta los consumidores más cercanos, que se llevarán toda la que se produzca. Aunque es verdad que los participantes, más cerca o más lejos de las placas, contribuyen en definitiva a la mejora del medioambiente.
¿Es rentable como negocio si, en principio, hay miles de edificios con espacio para hacer instalaciones, millones de usuarios potenciales? Desde luego que sí.
Hay que tener en cuenta que incluso las empresas comercializadoras se han lanzado a la caza de este tipo de proyectos. Si, a la larga, el cliente que autoconsume les deja de comprar energía, ¿no es extraño que este tipo de compañías también den facilidades para instalarse equipos fotovoltaicos? Pues no, porque así ellas también fidelizan al cliente durante los años en los que se financia la fotovoltaica: sin duda se gana dinero con la instalación y se ata al cliente para que siga comprando el resto de la energía a la comercializadora que la hizo.
¿Es rentable para los usuarios?
También tengo que decir que desde luego que sí, porque la factura de la luz les va a bajar sustancialmente y serán menos vulnerables a las subidas de los precios.
Ahora bien, dependerá del coste de la instalación (que generará una cuota que se tendrá que pagar mensualmente y se añadirá al de la energía), de la cantidad de abonados que se adhieran, del tipo de reparto que se haga de la cuota y de la energía, de que se cumplan las previsiones de generación…
Como siempre, estas novedades hay que aplaudirlas, pero también llevarlas con cautela. ¿Qué pasa si se “borran” vecinos después de encargado el trabajo? ¿Y si se quieren apuntar otros cuando el equipo lleva años funcionando, pagarán lo mismo que los demás? ¿Qué pasa si hay morosos? ¿Y si la potencia de mi contrato de la luz es superior a la de los demás? ¿Estará bien ejecutado el trabajo? ¿Aparecerán goteras? ¿Tendremos que bajar cables por la fachada?
Habrá que estudiar caso por caso, sin lugar a dudas. Como cualquier nueva instalación y más cuando hablas de generar electricidad, no hacerlo puede resultar temerario y meter a las comunidades en problemas y derramas innecesarias.