TAL VEZ LA PARTE MÁS IMPORTANTE DE MI TRABAJO

Me encontraba en la sala de reuniones ante el televisor de 65 pulgadas, hablando a través del micro con los clientes. Nosotros en España, ellos en otro país, a miles de kilómetros de distancia. A mi lado, el arquitecto compartía en pantalla los planos e infografías con AirPlay desde su Mac.

Frente a una Webcam, sentados en el salón de su vivienda, el matrimonio nos había estado cosiendo a preguntas sobre su futura casa en la costa alicantina.

Llevábamos ya un buen rato de conferencia y, después de darnos unos minutos de descanso y recargar pilas con un denso café, había llegado el momento de hablar de instalaciones. Era mi turno.

Me incliné hacia la cámara todo lo que pude desde aquel cómodo sillón de oficina y me volvía a presentar, por si ya no recordaban mi nombre o mis funciones en su obra. Hablé despacio, sonriendo, como si iniciase una conversación entre conocidos (no lo éramos, obviamente) que se reencuentran después de un tiempo y tienen curiosidad por saber más los unos de los otros.

Gesticulando y levantando un poco la voz, pretendiendo en todo momento generar confianza e incluso empatizar a través de la pantalla, hablaba despacio y acabando todas mis frases con alguna pregunta.

– “Vuestra vivienda actual es grande, ¿verdad? Imagino que también os sentís muy cómodos y seguros en ella… ¿tenéis alarma instalada? ¿y cámaras?

A los pocos minutos me estaban contando abiertamente cómo era el día a día en su hogar y que esperaban poder mantener la mayoría de sus costumbres cuando viniesen a su nueva vivienda de la costa, de vacaciones. Yo asentía constantemente y tomaba notas en mi tablet.

Las personas tenemos hábitos que, al viajar y llegar a un nuevo destino, automáticamente adaptamos en la medida de lo posible allí donde estemos. Buscamos tener el mismo nivel de luz viendo la televisión, la misma sensación de confort por la temperatura de la estancia y acceder inmediatamente al WiFi desde cualquier rincón y en cualquier momento, por poner unos ejemplos.

Si tenemos la fortuna de poder hacernos una casadensueño, lo normal es que nos guste sentirnos implicados en su construcción. Más que por el hecho de dirigir “nuestro proyecto”, porque no queremos fallar y que se nos queden cosas en el tintero. Necesitamos asegurarnos de que nos entienden y que se va a hacer a nuestro gusto, partiendo de la referencia de lo que ya disfrutamos en nuestro hogar.

Adicionalmente, bien porque la tecnología ha evolucionado, porque lo habremos visto en alguna tienda de decoración o porque algún conocido ya lo disfruta en su vivienda, queremos añadirle más diseño, más prestaciones y servicios.

Conocer los hábitos y costumbres de los clientes, visualizar sus expectativas y encontrar los elementos tecnológicos que van a permitir que los puedan disfrutar en su nueva casa es, tal vez, la parte más importante de mi trabajo.