LAS TORRES DE DUBÁI

LAS TORRES DE DUBÁI

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Los humanos somos raros… Igual deseamos escapar en solitario en busca de lugares perdidos, como necesitamos sentir el calor de la sociedad, apiñados en grandes y modernas ciudades. Algunas de ellas surgidas de la nada, bajo el imparable empuje de los petrodólares.

Visité fugazmente Dubái en 2019 y sólo pude darme una vuelta por el centro de la ciudad, con la temeraria obsesión de experimentar lo que significa pasear por sus calles a 45º de temperatura. Aunque realmente esa era la parte que me interesaba ver, porque allí se encuentran la mayoría de los modernos rascacielos que ahora mismo se están construyendo.
Estar en Dubái por primera vez y no subir al Burj Khalifa se me antoja algo parecido a irte a Paris e ignorar la torre Eiffel. Que nadie se ofenda, porque aunque es verdad que poco tienen que ver ambos monumentos (no puedo dejar de considerar el edificio de 828 metros como un verdadero monumento y sé que el tiempo me dará la razón), lo realmente importante en ambos casos es la perspectiva que se obtiene de ambas ciudades desde las alturas. Sobre todo para el visitante primerizo.

Caminando por las calles intenté olvidarme de la estética occidental que impera en todos los edificios e intenté asumir los números que la inmensa cantidad de hormigón levantado en vertical en cada uno de los rascacielos que aparecen en cualquier esquina del Downtown Dubái representan. Las veces que me he enfrentado a un entorno con tal cantidad de apartamentos apiñados no he podido dejar de pensar el inmenso esfuerzo económico y de mano de obra necesaria para levantarlo y en la gran cantidad de gente también necesaria para después habitarlo.

Dubái es una ciudad exagerada en todos los aspectos, bonita de ver para un amante de los edificios como lo soy yo, aunque cacofónica en su conjunto. Representa una muestra de arquitectura urbana, un cuadro pintado deprisa y por muchos artistas de renombre a la vez, en el que cada autor ha dejado expuesto su brochazo de arte sin mirar el resto de la obra. Si observas de forma independiente cada torre, es hermosa e impresionante. En conjunto resulta caótica. Y si la observas desde la planta 125 del Burj Khalifa obtienes la relatividad de todo, la aplastante sensación de lo pequeños que somos y de la gran cantidad de vidas y de historias que pueblan el planeta.

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